Odio los centros comerciales en Navidad. Las compras de ultima hora, las prisas, las colas, los villancicos cansinos taladrándote los oídos….esa mezcla.
Me disponía a comprar varias cosas de comer en uno de ellos hace unos días. Era difícil encontrar una plaza libre en el parking subterráneo así que di varias vueltas antes de encontrar una a una buena distancia de una de las puertas de entrada. Subí, hice compras, esperé en las cajas….tenía unas ganas horribles de salir de allí!
Cuando ya bajaba por las escaleras mecánicas y entraba en el parking vi venir hacia mí a una familia que se disponía a entrar al centro. Cargado con las bolsas solo pude ver que la cara de ella me sonaba….y bastante. Rápidamente intenté adivinar quién era pues ella me miró y sonreía al verme mientras se acercaban. De pronto me acordé. Ahinoa!
Ahinoa, dulce con la miel, bella, un metro ochenta de estatura, delgada, de conversación muy interesante y una loba devoradora en la cama. La conocí hace mucho tiempo, ella separada con dos niñas y con ganas de pasarlo bien después de un matrimonio fallido. Entonces empezaron nuestros escarceos, llamadas, citas en su casa cuando el padre se llevaba a las niñas, sexo animal y pasional. No quería compromisos, le gustaba, me gustaba y ya está.
Se pararon a mi altura:
– Fran! Que tal? Que alegría verte, cuanto tiempo!!
– Eyy Ahinoa!! Estas muy guapa! Si, cuanto tiempo, estas perdida, o lo estamos los dos..
– Gracias por lo de guapa, jajaj. Mira, te presento a Carlos, mi marido.
– Hola Carlos, encantado! Vaya, no sabía de vuestro estado…os casasteis hace mucho?
– Dos años.- dijo Carlos sonriendo – un arrebato, ya sabes….es difícil resistirse a esta mujer.
– Claro que es difícil, jajaj. Te costaría seguro, es demasiado salvaje como para atarse, al menos antes
– Ey, ey, basta de hablar de mí.- dijo Ahinoa – Que tal tu? Cómo te va la vida?
Cuando iba a empezar a contestar las niñas le dijeron algo a su padrastro y este, levantando la cabeza, dijo:
– Las niñas quieren subir a ver juguetes, que os parece si nos adelantamos un poco y tu…- dijo dirigiendo una mirada cómplice a su mujer, guiñando un ojo y diciéndole por señas que se perdiese a comprar unas cosas para Reyes que las niñas no podían saber.- …vas a ver eso que querías? Tomate el tiempo que necesites, yo y las niñas estaremos por allí arriba…
– Sí, perfecto. –dijo Ahinoa.- Portaos bien, chicas, después os veo
Me despedí de Carlos y las niñas y vi que Ahinoa se quedaba conmigo haciendo tiempo para que subieran.
– Venga, déjame alguna de esas bolsas, te acompaño al coche que vas cargado
Le di divertido un par de bolsas y nos encaminamos al coche mientras hablábamos del pasado.
– Así que casada….mmmm…..me alegro por Carlos, se lleva un tesoro de mujer en todos los sentidos.
– Adulador….no cambiarás nunca. Sigues igual de guapo que cuando te conocí, más guapo aún, los años te sientan muy bien. Seguro que sigues enamorando con esos ojos azules que tienes…
– Bueno, yo soy como tú, o al menos como eras tu antes, independiente, sin querer ataduras….ya sabes…mis relaciones, mis novietas, todo sin compromiso. Desde que me separé sigo igual que me conociste. Y si, alguna cae en mis redes, jajaj. Ya sabes como soy
– Si.- dijo ella con mirada divertida.- Lo sé…y me alegra de que no hayas cambiado. Que buenos ratos pasamos, eh? Te acuerdas cuando te dije que había cambiado el dormitorio y que había puesto un espejo enorme? Jajajaj. Me dijiste “Eso hay que estrenarlo, con el espejo cerquita de la cama”
– Claro que me acuerdo! De eso y de muchos más momentos buenos. Por cierto, si sigues tan pasional, tu marido debe estar encantadísimo contigo, sobre todo con tu boca….
Ahinoa era sexual por naturaleza, desinhibida, y le encantaba follar de todas maneras, pero tenía una manía: cuando notaba que la polla se endurecía de mas, que estaba a punto para correrse, se la metía en la boca, la lamía despacio alargando el orgasmo y te hacía disfrutar de las mamadas más impresionantes de tu vida. Nunca sentí correrme de manera tan brutal con ninguna mujer y ha habido muchas. Una boca de terciopelo, una lengua suave como la seda, la mano acompañando por el tronco….todo eso te llevaba a explotar invariablemente, a su merced.
– Tonto, como te acuerdas….si, parece que si, al menos me lo dice. Y yo, como buena esposa, se lo “agradezco” las veces que puedo..
Ya estabamos al lado de mi coche. Abrí el maletero para poner las compras mientras hablábamos de los viejos tiempos, lo que hacíamos ahora, como iba la vida, las niñas, etc.
Abrí la puerta del conductor para montarme a la vez que sacaba un cigarrillo de mi camisa. Ella me vio y me dijo:
-Tienes prisa? Yo, como ves, tengo cuerda para hacer compras mientras Carlos está con las niñas por arriba. Venga, invítame a un cigarro.
Entonces se dirigió a la puerta del copiloto, la abrió y se sentó en la penumbra. Cuando cerré mi puerta mis ojos se posaron en sus piernas, apenas ocultas por un vestido malva que se había subido un poco al sentarse en el asiento. No podía dejar de mirarlas y empecé a excitarme, recordándolas rodeando mi cintura y empujándome el culo con sus talones para que me metiera mas dentro en el tiempo en que estabamos liados.
– Que miras?.- sonrió divertida
– Sigues teniendo unas piernas preciosas. Vaya….
– Y tú, por lo que puedo ver, la misma potencia de siempre- me dijo mirándome fijamente el paquete, que abultaba en el pantalón de manera natural, incentivado por todo lo que empezaba a pasar por mi cabeza
Mientras le encendía el cigarrillo en esa oscuridad relativa, rodeados de faros iluminados y pasando gente bastante cerca de camino o saliendo de sus coches, me lancé. Me daba igual que me dijera que no, así era mi manera de ser: si no se intenta, no se consigue.
– Pues….si tienes tiempo y yo también… podríamos recordar viejas sensaciones, no?. Que te parece?.- dije poniendo mi mano en uno de sus muslos descaradamente…
Ella, sin sobresaltarse y mirándome a los ojos, cogió mi mano y la apartó dulcemente, volviéndola a dejar en mi muslo. Mientras lo hizo, tocó descuidadamente el bulto que formaba mi polla, ya dura como las piedras. Y comprobé que se demoró un par de segundos allí, como si no quisiera apartarla, pero al final lo hizo. La miré y la vi un poco inquieta, nerviosa. Miraba de vez en cuando hacia fuera, viendo la gente que se podía aproximar o coches que nos iluminaban con sus faros. Miró también su móvil, buscando supongo algún sms de su marido o alguna llamada perdida.
Parecía que se iba a decidir, que también quería lanzarse….yo esperaba, mirándola a los ojos. Y de pronto me dijo:
– Creo que no, cielo. Ahora es todo distinto, estoy tranquila con Carlos, me da lo que necesito, tranquilidad, compañía, diversión, amor. Además, le he regalado mi cuerpo, solo para él, mi cuerpo entero….coño, tetas y culo. Para su disfrute exclusivo.
Yo no me iba a rendir tan pronto.
– Ya, te entiendo. El caso es que me he excitado mucho recordando cosas, mira como estoy y me hubiera apetecido….en fin….venga, dejémoslo. Va, que supongo te esperarán por arriba, ve con ellos. Me ha encantado charlar un rato contigo, recordar viejos tiempos. Y haberte visto, estás más guapa que antes, de verdad.
Me eché encima de ella para abrirle la puerta y que saliera del coche, recreándome un poco para sentir sus tetas en mi brazo, su vientre en mi pecho y noté su respiración agitada. Abrí la puerta y volví a ponerme en mi sitio.
Ella me miraba a los ojos, con la boca entreabierta, bajando la mirada de vez en cuando al bulto de mi polla. De un sitio a otro
Abrió la puerta del coche y salió. Lo rodeó mientras yo la observaba desde dentro, sin dejar de mirarla. La vi alejarse unos pasos y de pronto se paró. Miraba hacia las escaleras del fondo, quieta, de espaldas a mí. De pronto se volvió y vino hacia el coche. Metió la cabeza por la ventanilla y me besó suavemente en los labios.
– No me había despedido.- sonrió nerviosa.
En ese momento vi que su mirada se fijaba otra vez en mi paquete y yo, cabronazo, separé un poco mas las piernas para mostrárselo en todo su esplendor. Suspiró, se pasó la lengua por los labios y se incorporó otra vez para irse.
La vi alejarse hacia las escaleras. Mientras arrancaba el coche resignándome intenté quitármela de la cabeza. Metí la marcha atrás y empecé a salir de la plaza de aparcamiento reculando. Al intentar enfilar la salida pude ver como una sombra se acercaba por el lado del copiloto. Era ella otra vez. Abrió la puerta, metió su cuerpo y se sentó.
– Sabes? Carlos tiene para él el coño, el culo y las tetas….pero la boca sigue siendo mía. Y me apetece horrores probar tu leche por última vez. Siempre te dije que tu leche es la que más me ha gustado, la adoraba, la recordaba…..quiero probarla otra vez. Sé que soy una zorra infiel pero no puedo evitarlo.
– Pues….toda tuya.- dije recostándome un poco en el asiento.
No se hizo de rogar, en ese momento volvió a ser ella, lo que siempre había sido, una loba, sin perjuicios, sin pensar las cosas demasiado. Sus manos fueron directamente a mi cinturón. Lo abrió de golpe, cogió de las trabillas y tiró hacia abajo para dejarme el pantalón a medio muslo, con ansia, con ganas, arrastrando de paso el boxer. Sus ojos eran lujuria pura, ya no me miraba, solo estaba pendiente de mi polla, que ya saltaba alegre e hinchada fuera, con una gota de liquido preseminal avanzando por el glande.
Ella agachó la cabeza y lamió desesperada la gota que se iba a perder por el tronco, ida, loca, ya no razonaba. Me cogió en tronco y de golpe se metió la polla hasta la garganta. Yo creía morirme….
Cuando la tuvo un rato así, subió y empezó a hacerme una mamada como nadie, excepto ella, me había hecho. Lamía, chupaba desesperada, haciendo ruidos guturales, gimiendo como una perra de gusto de tenerla en la boca mientras una de sus manos estrujaban mis huevos depilados. Engullía, soltaba un poco y volvía a engullir la polla, que estaba cada vez mas dura si cabe, haciendo que mis caderas se levantaran del asiento del placer que me daba.
En un momento la cogí de la nuca llevando yo el ritmo y ella se dejó llevar.
– Te gusta, verdad? Chupa, chupa lo que quieras, bébete mi leche, no dejes ni una gota, zorra. Tu marido y tus niñas arriba y tu aquí, comiéndote como loca una polla, te parece bonito?
Ella se la sacó de la boca, levantó la cabeza, me miró con la cara y labios llenos de saliva. Fueron unos segundos en que creí que hasta me iba a dar una hostia….pero no. Miró otra vez la polla y le escupió saliva de manera brusca, atrapándola otra vez con sus labios y lengua, llevándome al paroxismo.
Llevé mi mano a su culo, levantándole el vestido por detrás pero me frenó de golpe con una de sus manos
– No. Te he dicho que no. Mi boca. Tu polla. Solo eso.
Y volvió a engullirla, lamiendo como loca, gimiendo como un perrito pequeño cuando tiene hambre.
Me corría, lo notaba. Ese latigazo que te baja por la espalda por la columna, la contracción de mis huevos en sus manos, el indicativo de que me iba a vaciar entero.
Ella se dio cuanta y aceleró aún mas la mamada, pajeándome el tronco a la vez, acelerando como loca. La quería, quería su leche tibia en la lengua, en la garganta. No la iba a soltar hasta que se la bebiera toda.
No podía más. Me tensé como la cuerda de un violín. Mi respiración se paró…..y con un grito anunciador, exhalando el aire, los chorros de leche se derramaron en su garganta. Uno, dos, tres….largos, larguisimos. La hija de puta de Ahinoa me vaciaba. Como siempre. Como nunca.
Tragaba, degustaba y tragaba. Se tomó su tiempo después de salir la ultima gota, se recreó hasta que ella misma se calmó. De pronto levantó la cabeza, apretó los dientes y me soltó una hostia en la cara con la palma de la mano abierta. Me miró a los ojos, mis ojos entre sorprendidos por el golpe y divertidos por la situación.
– Eres un cabronazo, que lo sepas. Y si, tu leche sigue siendo la mejor, la que más me gusta., pero eres un cabrón de mierda. Lo has conseguido, verdad? No puedo mirarte a los ojos, Fran….los veo y me rindo. Y tú lo sabes. He caído en tu red., puedes estar contento.
Abrió la puerta y salió del coche. Mientras se arreglaba el vestido sonó su teléfono…
– Dime amor…..si…..lo has encontrado? Bien!…..si….te veo ahora por la zona de la carnicería….si….no, se fue al minuto de subir vosotros……voy enseguida……si….no, es que he parado para beber algo, tenía sed…..hasta ahora, cariño.
Esto ultimo lo dijo mirándome por ultima vez y limpiándose la comisura de los labios restos de su propia saliva. Y se alejó sin decir adiós.
– Sigues teniendo el mismo número de teléfono?.- le grité desde el coche.
Y ella, sin volverse a contestar y sin dejar de andar, levantó su mano derecha eneñandome el dedo medio como mandándome a tomar por el culo.